sábado, 22 de agosto de 2009

El Dilema de Epicuro


Epicuro (341 a.C.-270 a.C.), filósofo griego nacido en la isla de Samos. La filosofía de Epicuro se caracteriza por situarse en el lado opuesto a la filosofía platónica: afirma una sola realidad, el mundo sensible; niega la inmortalidad del alma y afirma que ésta, al igual que todo lo demás, está formada por átomos; postula el hedonismo en la teoría ética y como modo de vida y rechaza el interés por la política, optando por un estilo de vida sencillo y autosuficiente encaminado a la felicidad.
Dentro de nuestra búsqueda sobre el dilema de Epicuro hemos encontrado lo siguiente:
1.- El dilema de Epicuro es referido a Dios, consistente en que ante el sufrimiento del mundo, en el cual el hombre no tiene una obra directa y por lo tanto tampoco es consecuencia del hombre; sino que se debe al propio diseño del mundo, planteando dos premisas: Si Dios no puede evitar ese mal, no es omnipotente y si Dios no quiere evitarlo, no es bueno.
(Disponible en: http://independencia.blogia.com/2004/051701-el-dilema-de-epicuro.php)

2.- Epicuro fue el primero que planteo el término del dilema al que la física moderna otorgó el peso de su autoridad. Sucesor de Demócrito, imaginaba el mundo constituido por átomos moviéndose en el vacío. Pensaba que caían todos con la misma velocidad, siguiendo trayectorias paralelas. ¿Cómo podían entonces entrar en colisión?¿Cómo la novedad-nueva combinación de átomos-podía aparecer?. Para Epicuro, el problema de la ciencia, de la inteligibilidad de la naturaleza, era inseparable del destino de los hombres. La novedad, la elección, la actividad espontánea, son solo apariencias relativas al punto de vista humano.
(Disponible en:
http://books.google.cl/books?hl=es&lr=&id=faADLhZwRQC&oi=fnd&pg=PA9&dq=%27Dilema+de+Epicuro%27&ots=0CXa3HPI2S&sig=NFhjWH6U-PQg20ITyHJ69mE-TBw#v=onepage&q=&f=false)

3.- Dilema de Epicuro, enunciado hace 2300 años atrás. Este dice así:
Si Dios es todopoderoso puede eliminar el mal.
Si Dios es benevolente quiere eliminar el mal.
Si Dios es absolutamente benevolente entonces el mal no existe.
Pero el mal existe.
Si Dios no puede eliminar el mal, entonces es impotente.
Si Dios no quiere eliminar el mal, entonces es malvado.
Por lo tanto Dios no es todopoderoso o bién no es benevolente.
(Disponible en: http://www.driverop.com.ar/existenciadedios.php)


Según esta información podemos decir que el dilema de Epicuro se encuentra en cada uno, en realidad la incertidumbre siempre existe. Según Ilya Prigogine, en su libro “El fin de las certidumbres”, no se puede llegar a un consenso entre lo que se determina y lo indeterminado, lo cual es consecuencia natural de la teoría moderna de la inestabilidad y el caos.

“ La respuesta que podemos dar hoy al dilema de Epicuro es enraizar el indeterminismo en las leyes de la Física. De lo contrario dichas leyes son incompletas, tan incompletas como si ignorasen la gravitación o la electricidad.” Ilya Prigogine (Premio Nobel de Física)

sábado, 8 de agosto de 2009

¿Qué es la Razón?

Durante mucho tiempo se consideró que los seres humanos pertenecíamos al Reino Animal, ya que tenemos en común muchas cosas que al menos por su gran cantidad son dignas de considerar. Pero al alero de la opinión fundada de muchos exponentes, se ha resistido esta creencia, debido a que existe un elemento que a pesar de ser uno ante muchos, marca indiscutidamente la diferencia. Los seres humanos tenemos la facultad de razonar. Pero ¿Qué es la razón?, buena pregunta. Muchos han filosofado desde la antigüedad respecto del tema, y por lo mismo este concepto no está ajeno a las ambigüedades y vaguedades propias de nuestra lengua española. De ésta manera nos enfrentamos a un tema poco acotado, con múltiples acepciones, y muy impreciso ajustándose más que nada al contexto en el que se encuentra para comprender su significado. Pero aún así podemos indagar en algunos pensadores que han esbozado opiniones al respecto. Para Aristóteles es el gran legado de la divinidad, endémico al hombre que nos permite desarrollarnos y alcanzar cosas que ni siquiera conocemos. Su importancia ha trascendido de tal manera que Pitágoras lo entendió así, “Entre dos hombres iguales en fuerza, el que tiene más razón es el más fuerte”. Descartes postuló “Despréndete de todas las impresiones de los sentidos y de la imaginación, y no te fíes sino de la razón”, en fin muchos otros.

Pero alejándonos un poco del plano filosófico y en términos prácticos, sabemos que desde la época del renacimiento se han recobrado principios e incluso verdaderos axiomas que nos unen con lo que entendemos popularmente como razón. La cercanía al conocimiento fundado y concreto para menospreciar y tener por vano todo aquello que nace de presunciones sin contar con el rigor metodológico. De eso se desprende con igual coherencia, aquella época que tuvo como premisa fundamental el retorno a los clásicos griegos, para así superar el milenio de oscuridad científica que azotó al mundo entero y tuvo tal fuerza para lograr opacar el avance del mundo científico y esconder en los monasterios en manos de los clérigos, todo aquello que entregó las bases del mundo y la cultura occidental.

Con el nacimiento de la época moderna y el retorno al antropocentrismo, se logró que la razón recobrara un papel protagónico con la capacidad de exaltar al hombre, si es que este lo hace primero con ella. En consecuencia con el consejo del Proverbio bíblico que aconseja “Engrandece a la inteligencia y ella te engrandecerá a ti”. Dogma que hoy se propaga a los cuatro vientos y que se sobrepone a todo tipo de doctrina emprendedora, siendo predicada y anunciada en los colegios, en las universidades y en todo lugar; entendiendo en palabras coloquiales, que es la razón, el conocimiento y el estudio si se quiere, quien puede abrir paso mediante la meritocracia para acceder a lugares que en antaño pertenecían a la oligarquía terrateniente o solo se podía asir mediante el nepotismo dominante principalmente en sociedades fuertemente verticales.

Hoy por hoy, la educación se ha desmarcado de métodos entendidos, hace décadas, como ortodoxos y casi incuestionables como lo fueron la memorización, la mecanización y todos aquellos procesos que no hacen sino opacar y castrar todo afán de raciocinio. Pero en la actualidad la pedagogía ha podido identificar y exaltar por sobre muchas cosas aquella capacidad inherente al hombre, la de razonar. Ya que es mucho más que una forma de aprendizaje, sino que es una herramienta, una competencia para la vida, que es capaz de marcar enfáticamente la diferencia.